miércoles, 3 de marzo de 2010

Los maestros nos convertimos en psicólogos de la educación


¿Cómo podemos aplicar los conocimientos que adquiramos en esta asignatura en nuestra vida profesional? Para llegar a una conclusión más o menos acertada, primero deberemos entender cuál es la naturaleza del término en primera instancia. Según César Coll, la psicología intenta explicar el comportamiento y los cambios del comportamiento humano. Así, los psicólogos de la educación estudian aquellos cambios que parecen vinculados al hecho de que las personas participemos en actividades que calificamos de educativas. Así, las funciones del psicólogo son las siguientes:


-Orientación, asesoramiento profesional y vocacional.
-Intervención preventiva en el entorno educativo con la introducción de modificaciones del entorno educativo y social que eviten la aparición o atenúen las alteraciones en el desarrollo madurativo, educativo y social.
-Intervención en la mejora del acto educativo.
-Formación y asesoramiento familiar.
-Intervención socioeducativa.
-Investigación y docencia.

Éstas son grosso modo las actuaciones de un psicólogo en el entorno educativo, pero, ¿cómo podemos aplicar nuestros conocimientos de psicología los maestros? ¿Y cuál debe ser nuestra relación profesional con los psicólogos del centro de enseñanza donde trabajemos?
En un principio, creemos que si poseemos una base de conocimiento, entenderemos mejor las reacciones de nuestros alumnos, podremos detectar problemas y podremos discriminar las situaciones en las que consideremos que necesitamos apoyo o asesoramiento del psicólogo del centro. Por otra parte, si partimos de nuestro conocimiento de ese comportamiento (y, por tanto, desarrollamos capacidad de análisis en términos de psicología), seremos capaces de aplicarlo a la educación de una forma práctica o a situaciones de aprendizaje para su mejora. En este caso, también sería interesante, intercambiar ideas con otros maestros del centro y con el psicopedagogo para enriquecer nuestra postura.
Esta materia también nos puede ser útil para reconocer trastornos de aprendizaje y/o patológicos. En ese caso, nuestra función se centraría en la detección y de apoyo a su posterior tratamiento.
Asimismo, podemos desarrollar técnicas de motivación desde la psique misma del niño, mejorar nuestra metodología de enseñanza, y todo ello enmarcado dentro del contexto del niño.
Otro de los aspectos en los que nos puede ayudar el conocimiento de la psicología de la educación en la enseñanza es en el desarrollo del pensamiento crítico y reflexivo de nuestros alumnos, además de potenciar el aprendizaje significativo. En Infantil, podríamos abordarlo a través de los sentidos y del conocimiento de los procesos de aprendizaje desde el punto de vista conductivista y cognoscitivo.
Creemos que nuestra actitud ante la psicología de la educación debe ser receptiva y abierta. Este conocimiento puede ser una herramienta útil, si bien hay que huir del dogmatismo y el sectarismo. Ninguna disciplina tiene las respuestas a todas la preguntas ni la certeza absoluta de nada.

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